5. CURSO O DIPLOMADO

CURSO DE PRODUCTOS FINANCIEROS


INTRODUCCIÓN


CONTENIDO DEL CURSO


A lo largo de este curso estudiaremos el funcionamiento de los distintos productos comercializados por bancos y entidades financieras.


FUNCIONAMIENTO DEL CURSO

Accede a la Parte 1 del curso y estúdiala. Haz lo mismo con las partes 2, 3 y 4.
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CURSO DE PRODUCTOS FINANCIEROS: PARTE 1

LA CULTURA FINANCIERA
Para la gran mayoría de nosotros resulta de la máxima utilidad conocer cuáles son los productos que comercializan bancos y cajas de ahorros, cuál es su funcionamiento y a quién van dirigidos.
Como usuarios de estos productos y servicios, a nivel particular o de empresa, tendremos una gran ventaja a la hora de contratar y negociar con los bancos si sabemos de qué productos disponen, cómo funcionan y cuáles son los más adaptados a nuestras necesidades.
Conocer todo esto es todavía de mayor importancia si es que por nuestro trabajo (departamentos financieros, contabilidad o administrativos de las empresas), tenemos que tratar habitualmente con bancos y ya no digamos si estamos interesados en encontrar trabajo en cualquier empresa o institución del ámbito financiero.



LOS INTERMEDIARIOS FINANCIEROS

Los diversos agentes que participan en una economía (particulares, empresas, sector público, etc.), por lo que respecta a su situación financiera, sólo pueden estar en dos situaciones contrapuestas:
- Déficit de financiación: es decir necesitan recursos para financiar sus actividades o proyectos de inversión.
- Superávit de financiación: en este caso les sobran fondos o dinero que no precisan para su actividad ordinaria y que por tanto estarán interesados en rentabilizar.
Tradicionalmente ha sido la labor de los bancos la de poner en contacto a esto dos tipos de agentes, haciendo de intermediario y canalizando los flujos financieros que entre ellos se generan.
El agente económico con exceso de financiación le presta a la entidad bancaria los fondos que le sobran a cambio del pago de un interés y el banco a su vez presta esos fondos a los agentes deficitarios cobrándoles el interés correspondiente.
El beneficio del banco está en la diferencia entre el interés que paga al agente que deposita en él su dinero y el que recibe del agente al que se lo presta. El interés que las entidades financieras cobran por los préstamos que conceden será entonces siempre superior al interés con que remuneran los depósitos. Esto es lo que se conoce como margen ordinario y históricamente ha sido la principal fuente de beneficios de los bancos, aunque el cobro de comisiones por la prestación de servicios cobra cada vez una mayor importancia en la cuenta de explotación de las entidades bancarias.


LOS PRODUCTOS FINANCIEROS

Sabemos ya cuál es la actividad que desarrollan los bancos, de modo que para llevarla a cabo han de precisar de instrumentos que posibiliten esta labor mediadora en el mercado de capitales.
Así pues las entidades financieras han de disponer de dos grandes tipos de productos:
- Productos de pasivo: son instrumentos financieros que permiten que con su adquisición los agentes excedentarios en capital se lo cedan temporalmente al intermediario financiero a cambio de una determinada remuneración. Los ejemplos más sencillos de este tipo de productos son las cuentas corrientes, las libretas de ahorro, los depósitos a plazo, etc.
- Productos de activo: son instrumentos financieros mediante los cuales los bancos prestan sus recursos a los agentes deficitarios de financiación a cambio de un interés. Pertenecen a este tipo de productos, los préstamos, cuentas de crédito etc.
Los bancos y agentes financieros en la actualidad, además de su labor tradicional de intermediarios financieros, cada vez se están convirtiendo más en empresas de servicios financieros que tratan de cubrir todas las necesidades de sus clientes en el ámbito de lo económico. Así los bancos ya no se conforman con captar depósitos y dar préstamos, sino que además, comercializan fondos de inversión, tarjetas, seguros, gestionan los recibos domiciliados (agua, luz, etc.), impuestos y demás.
Por tanto además de los productos de activo y pasivo que veíamos arriba, las instituciones financieras cada vez comercializan una gama mayor de productos financieros que no se ajustan específicamente a ninguno de estos dos tipos. Es por ejemplo el caso de los seguros o los servicios de banca electrónica.
Antes de pasar a estudiar cada uno de estos instrumentos financieros en particular conviene explicar el motivo de la denominación de los "productos de pasivo" y "productos de activo".
Para una empresa comercial o una empresa de fabricación su activo son sus bienes y derechos y su pasivo son sus obligaciones y deudas (esto, desde el punto de vista de la contabilidad financiera).
Pues bien, para un banco estos conceptos se mantienen aunque hay que tener en cuenta que su posición es justo la contraria que la de cualquier empresa o particular.
Veámoslo: para una empresa el dinero que tiene depositado en la cuenta corriente de su banco es un activo, sin embargo para el banco esa misma cuenta corriente es un pasivo ya que significa una obligación, la de devolver ese dinero a la orden de su dueño. De ahí la denominación de "productos de pasivo" para las cuentas corrientes y depósitos en general.
Análogamente para una empresa, un préstamo que tenga contraído con una entidad de crédito supone un pasivo (una deuda), mientras que para la entidad de crédito ese préstamo es un activo, o sea, un derecho a cobrar la deuda con él contraída. Este es el origen de la denominación de "producto de activo" para los préstamos, créditos y similares.
Vamos a estudiar ahora más detalladamente las características y funcionamiento de los diversos productos que comercializan bancos y cajas de ahorros.


PRODUCTOS DE PASIVO Y LAS CUENTAS CORRIENTES
Son el producto de pasivo más básico y generalizado. Se trata de depósitos a la vista, es decir, que podemos disponer de ellos en cualquier momento. La forma de movilizar los fondos de una cuenta corriente es a través de un talonario de cheques. Así pues si queremos hacer un reintegro, extenderemos un cheque al portador o a nuestro propio nombre, para poder retirar los fondos.
Al ser una cuenta a la vista, la cuenta corriente admite todo tipo de domiciliaciones, o sea, a través de ella podemos pagar de un modo automático recibos de agua, luz, facturas de nuestros proveedores, etc. También permite la domiciliación de nuestra nómina.
El modo en que se lleva el control del saldo y los movimientos de una cuenta corriente es mediante extractos, que el banco envía al cliente periódicamente por correo. Un extracto no es más que un listado en el que se detallan los movimientos (abonos y cargos) que ha habido en la cuenta en un determinado período y se consigna el saldo de la cuenta.
Al disponer de un talonario de cheques, la cuenta corriente es especialmente útil para empresas que tengan que hacer pagos frecuentes, que podrán realizar extendiendo cheques con cargo a la cuenta. De este modo la cuenta corriente es el instrumento de pasivo más utilizado por las empresas y también por particulares que precisen de un medio de pago rápido y sencillo.
Es además el producto financiero básico, ya que si el cliente desea cualquier tipo de servicio o producto financiero, el banco le exigirá siempre tener una cuenta corriente asociada. Por ejemplo si un determinado cliente solicita un préstamo, el banco le solicitará que aperture una cuenta corriente previamente (si es que aún no la tenía). Así el banco en caso de conceder el préstamo, ingresará su importe en la cuenta corriente y luego cobrará las cuotas (de devolución de capital e intereses) también a través de la cuenta.
Respecto a la remuneración de las cuentas corrientes, ésta suele ser muy baja, prácticamente simbólica, normalmente por debajo del 1%. Esto es debido a que el dinero está depositado a la vista de modo que el banco lo tiene que tener siempre a nuestra disposición. Hoy día, incluso, la mayoría de los bancos aplica comisiones de mantenimiento y administración a estas cuentas, con lo que la rentabilidad para el cliente puede llegar a ser negativa.


LAS LIBRETAS DE AHORRO.

Son productos de pasivo análogos a las cuentas corrientes, es decir, depósitos a la vista que nos sirven de base para acceder a cualquier otro tipo de servicio financiero.
Lo que las diferencia de las cuentas corrientes es el modo de disponer de los fondos, en este caso al cliente se le entrega una libreta que debe presentar en el banco para hacer los reintegros. En esa libreta se van anotando todos los movimientos de fondos y el saldo que tiene el cliente de modo que éste no necesita de los extractos para llevar el control de la cuenta. A cambio de esta ventaja, las libretas de ahorro cuentan con el inconveniente de que no disponen de talonario de cheques, así que resultan de menor utilidad para las empresas que las cuentas corrientes, al carecer de este útil medio de pago. Por tanto las libretas de ahorro son más utilizadas entre los particulares y las familias.
Por lo demás, admiten los mismos servicios que las cuentas corrientes (domiciliaciones de recibos y nóminas, tarjetas, etc., y también tienen una muy baja remuneración.



IMPOSICIONES A PLAZO

También conocidas familiarmente como plazo fijo. Su funcionamiento es el siguiente: el cliente deposita una cierta cantidad de dinero y se compromete a no retirarlo en un determinado plazo de tiempo, o lo que es lo mismo presta su dinero durante un tiempo a la entidad financiera a cambio de que ésta le pague un interés.
Habitualmente el interés se pacta al comienzo de la imposición y es fijo durante su duración. El interés se puede pagar trimestralmente, semestralmente, etc., o al final de la imposición.
Se trata pues de un instrumento de pasivo adecuado para aquellas personas o empresas que tengan unos fondos que saben que no van a necesitar en un tiempo y de los que desean obtener una rentabilidad. Suele tener como soporte una libreta.
Tiene la ventaja de que el interés normalmente está asegurado y no requiere de una gran cultura financiera para su comprensión y contratación. A cambio también tiene ciertos inconvenientes, el principal es la falta de liquidez, pues no podemos disponer de nuestros fondos hasta llegado el vencimiento de la imposición. En algunos casos determinados bancos permiten el reembolso de una imposición antes de su vencimiento a cambio de una penalización sobre los intereses o incluso sobre el capital depositado. Esto sin embargo es una gracia que el banco tiene con sus clientes y que no está obligado a permitir de un modo habitual. De hecho existen ciertos tipos de imposiciones y depósitos (como lo estructurados, que veremos más tarde), en los que el dinero no se puede retirar hasta el vencimiento bajo ningún concepto, de modo, que si el cliente necesitase de esos fondos, se vería obligado a solicitar un préstamo con la imposición como garantía.
La cuantía del interés con que se remuneran las imposiciones, suele estar en función del plazo de las mismas. Lo normal es que a mayor plazo, mayor sea el interés que se paga, ya que el banco podrá disponer de esos fondos durante un mayor tiempo y de este modo emplearlo en proyectos de mayor rentabilidad, además de tener al cliente vinculado durante más tiempo. Sin embargo en épocas de caídas de los tipos de interés, las entidades financieras pueden llegar a pagar más los plazos más cortos. Esto es debido a que si el banco cree que el tipo de interés va a caer a corto plazo, entonces no le interesará ofrecer tipos altos a un plazo largo, ya que si efectivamente los tipos caen, estará obligado a respetar el tipo que se pactó hasta el final del vencimiento, con el consiguiente quebranto de rentabilidad que ello supondría.
En el escenario económico en que nos movemos actualmente, con una economía cada vez más globalizada y en la que los tipos de interés tienden a la baja, los tipos que se pagan en las imposiciones a plazo aunque interesantes, son cada vez más reducidos. Esto ha hecho que de ser prácticamente el único instrumento de ahorro (junto con libretas y cuentas corrientes) utilizado por particulares y empresas, el plazo fijo haya pasado a ser una opción más para el ahorrador, entre las muchas de las que ahora dispone.
A la vista de que para muchos inversores les resulta insuficiente el pago de un interés no muy elevado a lo largo de la vida de la imposición, las entidades financieras han buscado otras formas de remunerar los depósitos.
De este modo los bancos han creado depósitos a plazo en los que el interés que se paga no es fijo, sino que va ligado a algún tipo de referencia, como el Euríbor, el tipo de cruce de las operaciones en el mercado interbancario, etc. Así, por ejemplo, podemos encontrar depósitos a plazo en los que se paga el 90% del Euríbor a un año, o el Euríbor a un año menos 0,5 puntos porcentuales.
También existen depósitos en los que el interés que el banco paga, varía (normalmente aumenta) a lo largo de la vida del depósito. Un ejemplo de esto sería un depósito a tres años en el que durante el primer año se pagase un interés del 4%, el segundo año el 5%, y el tercero el 6%.
Otro tipo de depósitos es el que paga, no según un tipo de interés, sino según la revalorización de un índice bursátil (o una cesta de índices). Lo más común es que se le garantice al impositor el capital inicial y que se le remunere con un porcentaje de la revalorización de un determinado índice bursátil. De esta forma el ahorrador puede obtener una buena rentabilidad en caso de que la bolsa suba sin arriesgar su dinero, ya que se le garantiza el reembolso del dinero que aportó al vencimiento de la imposición aunque la bolsa haya caído. Esta es pues una buena forma de invertir en bolsa sin correr riesgos. Un ejemplo de este tipo depósitos sería uno que dentro de dos años nos garantizase el capital invertido más el 70% de la revalorización mensual media del índice Dow-Jones.

CURSO DE PRODUCTOS FINANCIEROS: PARTE 2



DEPOSITOS ESTRUCTURADOS

Ultimamente han aparecido unos depósitos basados en acciones que han popularizado la denominación de "productos estructurados". Se trata de depósitos en los que el inversor previamente a su subscripción ha de adquirir una determinada cantidad de acciones de una empresa, entonces cede la titularidad de esas acciones al banco hasta una fecha determinada a cambio de un interés fijo que cobra en ese mismo momento de la subscripción. Llegada la fecha de vencimiento, y dependiendo de la cotización de la acción, el inversor recupera sus acciones o bien el importe invertido en la adquisición de las mismas.
Un ejemplo sería un depósito basado en acciones de Telefónica.
Supongamos que a día de hoy la acción de Telefónica cotiza a 20 Euros.
Pues bien un depósito de este tipo podría exigirnos para su subscripción, la compra de 1.000 acciones de Telefónica (con un desembolso por tanto de 20.000 Euros) las cuales habríamos de ceder al banco por un año. Al momento de la subscripción el banco nos paga un interés del 10%, es decir 2.000 Euros. Pasado el año, si la acción de telefónica cotiza por encima de los 20 Euros, el banco nos devuelve 20.000 Euros y se queda con las acciones, si por el contrario la acción vale menos de 20 Euros, el banco nos devuelve las acciones.
Habitualmente en los depósitos estructurados el inversor no puede disponer de su dinero hasta el vencimiento, no existiendo la posibilidad de hacer reembolsos anticipados, ni siquiera con penalización.

FONDOS DE INVERSION

El aumento de la cultura financiera y la caída de los tipos de interés, han hecho que los inversores busquen nuevos productos para rentabilizar sus ahorros, unos de los que más éxito han obtenido son los fondos de inversión.
Los fondos de inversión son instrumentos de inversión colectiva, de modo que se hace un fondo con las aportaciones de muchos ahorradores y ese fondo es gestionado por profesionales de las finanzas que tratan de obtener la máxima rentabilidad.
Para comprender el funcionamiento de los fondos de inversión es necesario conocer el significado de los conceptos más básicos:
- Entidad gestora: es la entidad financiera que se encarga invertir el dinero del fondo, ya sea en acciones, bonos etc., según la filosofía del fondo de inversión.
- Entidad depositaria: la entidad que se encarga de la custodia y depósito de las participaciones de cada inversor.
- Participaciones: cada una de las partes iguales en que se divide el fondo y que puede ser adquirida por particulares o empresas.
- Valor liquidativo: es el valor que tiene cada una de las participaciones del fondo, normalmente cambia diariamente.
- Partícipe: persona o entidad propietaria de al menos una participación del fondo.
Sabido esto, la inversión en fondos funciona del siguiente modo:
El ahorrador se dirige a su banco, el cuál comercializará normalmente diversos fondos (es la entidad depositaria), elige un fondo determinado y adquiere participaciones del mismo, al valor liquidativo de ese día. El fondo es gestionado por la entidad gestora, ésta suele ser una entidad financiera controlada por el mismo banco, aunque hoy día existen bancos que comercializan fondos de otras entidades bancarias. Según resulte la actuación de la gestora, irá variando el valor liquidativo de las participaciones del fondo. En el valor liquidativo que se publica cada día, ya van descontadas las comisiones que cobran la gestora y la depositaria, de modo que cuando el inversor considere oportuno podrá vender sus participaciones al valor liquidativo de ese día. El beneficio que obtiene el inversor viene dado por tanto por el incremento de valor de sus participaciones.
Existen diversos tipos de fondos de inversión según el tipo de activo financiero en el que invierten. Desde el nacimiento de un fondo, queda establecido en qué activos se va a invertir el dinero (acciones, bonos, deuda pública, etc.), de modo que la entidad gestora ha de respetar siempre esos principios. Así pues cada inversor según su perfil de riesgo encontrará el fondo más adecuado a sus necesidades, conociendo en todo momento cuál es el riesgo a que está sometida su inversión.
Según el activo en que invierten los fondos, estos se clasifican en:
FIAMM: esta denominación corresponde a las iniciales de Fondos de Inversión en Activos del Mercado Monetario. También son conocidos como fondos de dinero. Invierten en deuda a corto plazo. La deuda puede ser pública o privada, aunque lo más común es que sea pública. El plazo de la deuda en la que invierten es inferior a seis meses, esto permite que sean valorados diariamente en base al precio de compra de la deuda que poseen más los intereses que ésta ha generado. De este modo, su valor liquidativo nunca cae, es decir, suben todos los días, aunque su rentabilidad no sea muy alta, dado el corto plazo de la deuda en que invierten. Esto hace de los Fiamm, el instrumento ideal para aquel inversor que busca total seguridad y disponibilidad, pues los Fiamm son líquidos al 100%, de hecho hay quien los utiliza igual que una cuenta corriente, aunque con la ventaja de tener una mayor remuneración.
FIM: iniciales de Fondos de Inversión Mobiliaria. Se definen en cierto modo por eliminación ya que podemos decir que son todos aquellos fondos que no son Fiamm. Por tanto en esta categoría se engloban fondos de muy distinto tipo distinguiéndose unos de otros por el activo financiero en el que se invierte el patrimonio del fondo, de modo que podemos considerar los siguientes tipos de Fim: De renta fija, de renta variable, mixtos y garantizados.
Fim de renta fija: el patrimonio del fondo se invierte en renta fija (pública o privada) a medio o largo plazo. Por tanto son similares a los Fiamm, con la única diferencia de que la deuda que compone su patrimonio tiene vencimientos superiores a los seis meses. Esta característica hace que varíe la forma en que se hace su valoración respecto de los Fiamm. Los Fim de renta fija se valoran a precio de mercado de la deuda que poseen. Como la cotización de la deuda puede subir y bajar, entonces el valor liquidativo de estos fondos también puede ir hacia arriba o hacia abajo. De este modo los Fim, aunque sean de renta fija pueden producir pérdidas. A cambio, ofrecen la posibilidad de si las cosas van bien, obtener mayores rentabilidades que con los Fiamm, ya que las fluctuaciones en el precio de la deuda son mayores cuanto mayor es su plazo. La rentabilidad de los Fim de renta fija se mueve de modo inverso a los tipos de interés. Esto significa que cuando se producen subidas en los tipos, su valor liquidativo desciende y viceversa. Aunque esto parezca extraño tiene una sencilla explicación: al subir los tipos, la deuda que los fondos tienen adquirida y que conforma su patrimonio, pierde valor ya que como el interés ha subido, la nueva deuda que se emita tendrá una mayor rentabilidad, de modo que la deuda antigua será más difícil de vender (pues renta menos) y esto hará caer su cotización y por tanto el valor liquidativo de los fondos.
Dentro de los Fim de renta fija hay diversas subcategorías según el tipo de deuda en que inviertan: a medio plazo, a largo plazo, en deuda en divisas, etc. El factor fundamental a la hora de optar por uno de estos tipos de Fim, es el riesgo que se esté dispuesto a asumir y que estará en relación directa con las posibilidades de obtener más rentabilidad. Así el riesgo es mayor cuanto mayor es el plazo de la deuda. También aumenta el riesgo si se invierte en deuda en divisas, ya que estamos introduciendo el riesgo de cambio.
Fim de renta variable: invierten su patrimonio en renta variable, es decir, fundamentalmente en acciones. Por tanto su valor liquidativo fluctuará en la misma dirección que la cotización de las acciones en que está invertido su patrimonio. En definitiva suben o bajan con la bolsa. Constituyen una buena alternativa para invertir en bolsa para particulares y entidades que no quieran hacer un seguimiento continuo de los mercados, ya que la gestión de estos fondos está en manos de profesionales que seleccionan valores con buenas perspectivas de revalorización. Además suponen un menor riesgo que la inversión directa en bolsa, puesto que además de esa gestión profesional, el patrimonio de los fondos se encuentra muy diversificado entre una gran variedad de distintos títulos. Esta diversificación, le resultaría muy difícil de conseguir a un inversor individual, a no ser que dispusiese de una gran cantidad de dinero para emplear.
Existe una gran variedad de fondos de renta variable atendiendo al tipo de acciones en que invierten. En general se conoce de antemano el mercado en que se va a centrar un fondo de modo que el inversor elige el que se muestra más en consonancia con el riesgo que está dispuesto a asumir.
Según el origen de las acciones, podemos distinguir entre fondos nacionales e internacionales. Nacionales son los que invierten en acciones de empresas de un determinado país, los internacionales por el contrario invierten en las bolsas de varios países.
También existen fondos sectoriales que invierten en acciones de compañías de un determinado sector de la economía, como por ejemplo: el sector tecnológico, sector farmacéutico, sector energético, telecomunicaciones, etc. Generalmente estos fondos sectoriales invierten en empresas de distintos países con la única limitación de que pertenezcan a su sector de referencia.
Fim mixtos: invierten parte de su patrimonio en renta fija y parte en renta variable. Es decir su patrimonio se compone de letras, bonos, obligaciones y también de acciones. Constituyen una alternativa intermedia entre los fim de renta fija y los de variable. Son por tanto adecuados para el inversor que no quiere asumir un nivel de riesgo excesivo pero que no renuncia a las buenas rentabilidades que puede ofrecer la inversión en acciones.
Fim garantizados: En ellos se establece una fecha de garantía en la cual se le asegura al inversor que obtendrá el capital inicial más una determinada rentabilidad. Generalmente la garantía que se ofrece es el capital inicial más un porcentaje de la revalorización media de un índice bursátil. Así un ejemplo de fondo garantizado sería un fondo que a fecha 1 de enero de 2.003 garantiza la inversión inicial más el 50% de la revalorización mensual media del índice Dow Jones. Los fondos garantizado constituyen también una buena alternativa para quien quiera invertir en bolsa sin asumir ningún tipo de riesgos.
En general todos los tipos de fondos son instrumentos de inversión de modo que sirven para que los agentes con superávit en capital lo inviertan buscando una rentabilidad. Sin embargo para los bancos y entidades financieras, los fondos aún siendo instrumentos de captación, no son instrumentos de pasivo ya que el dinero que con ellos captan no pueden destinarlo a dar préstamos, sino que ha de ser invertido en el subyacente en que esté especializado el fondo, son por tanto instrumentos de fuera de balance. Así la forma en que los bancos ganan dinero con los fondos es a través de las comisiones de gestión y depósito.

CURSO DE PRODUCTOS FINANCIEROS: PARTE 3

PLANES DE PENSIONES
Su finalidad es proporcionar a los particulares un sistema de ahorro para que llegada su jubilación puedan disponer de una renta mensual o del capital que han ido ahorrando más su lógica revalorización.
Al igual que los fondos son instrumentos de inversión colectiva y su estructura es en parte similar. Por una parte está la entidad gestora que es la encargada de hacer las inversiones y gestionar el patrimonio, por otra parte está la entidad depositaria encargada de custodiar las participaciones y por último está el partícipe del fondo.
Hay que distinguir entre plan de pensiones y fondo de pensiones. El fondo de pensiones es la caja común a donde van las aportaciones de los partícipes y que es gestionado por la entidad gestora. Por su parte un plan de pensiones es el plan específico de cada uno de lo partícipes con sus participaciones en el fondo y unas instrucciones determinadas para hacer el reembolso del plan del modo que desee su propietario.
El funcionamiento habitual de los planes de pensión es el siguiente: durante su vida laboral el partícipe va haciendo aportaciones al plan, estas pueden ser periódicas (mensuales, trimestrales, etc.) o extraordinarias, de modo que llegado el momento de su jubilación tiene unos derechos consolidados que puede reembolsar en forma de capital (todo junto) o en forma de renta (una cantidad mensual).
Los planes de pensiones cada vez gozan de una mayor aceptación entre el público, debido fundamentalmente a dos factores:
- Las ventajas fiscales con que los gobiernos tratan de fomentar la inversión en planes de pensión.
- La preocupación sobre el futuro de los sistemas públicos de pensiones.
Respecto de la tipología de los planes de pensiones, ésta es similar a la de los fondos de inversión, distinguiéndose fundamentalmente por el tipo de activos en que invierten, de modo que hay planes de renta fija, variable y mixtos.
Igual que los fondos los planes de pensión son productos de captación de fuera de balance, así que tampoco son productos de pasivo.


EL DEPOSITO DE VALORES

Si una empresa o particular desea invertir directamente en valores, esto puede hacerlo a través de su banco. Tendrá que abrir una cuenta de valores y luego podrá comprarlos y venderlos libremente. El banco le aplicará una comisión por cada operación (compra o venta), además de otra comisión por el depósito de esos valores.
Así se pueden adquirir acciones, bonos, letras del tesoro y todo tipo de deuda pública y privada.

TARJETAS

Existen dos tipos de tarjetas financieras, claramente diferenciadas: las tarjetas de débito y las de crédito. Se diferencian fundamentalmente en su modo de funcionar, aunque su utilidad es muy similar, puesto que ambas sirven para retirar efectivo en cajeros automáticos y para pagar en establecimientos comerciales. De ahí que también sean conocidas como medios de pago.
El funcionamiento de las tarjetas de débito es el siguiente: al hacer el cliente una disposición de efectivo en un cajero o un pago en un comercio, el importe es cargado automáticamente en la cuenta asociada a la tarjeta, que puede ser una cuenta corriente o una libreta de ahorro. De este modo, si no hay saldo en la cuenta, el pago no puede ser realizado.
Las tarjetas de crédito funcionan de distinta manera: cuando se contrata una tarjeta de crédito con un banco, se establece un límite para el crédito, de forma que el cliente puede realizar pagos hasta ese límite, independientemente del saldo que exista en su cuenta corriente. De ahí su nombre, ya que el banco está dando crédito al poseedor de la tarjeta, puesto que el cargo por el importe de todo lo reintegrado con la tarjeta no se realiza hasta el mes siguiente. También existe la posibilidad de fraccionar el pago, de modo que las compras realizadas a lo largo de un mes, puedan pagarse en varios plazos durante los meses sucesivos. En este caso, el banco repercutirá al cliente los intereses correspondientes al aplazamiento.
Las tarjetas, tanto de débito como de crédito, son una extraordinaria fuente de ingresos para los bancos y entidades financieras ya que además de cobrarle al cliente las correspondientes comisiones de emisión y renovación, también le cobran comisiones a los establecimientos comerciales por la gestión del cobro de las ventas que les son pagadas con tarjeta.
Las principales marcas de tarjetas, comercializadas por bancos de todo el mundo, son: Visa, Master Card, American Express, Diners.
Estas entidades son las verdaderas propietarias de las tarjetas y de todo es sistema de pagos que éstas precisan, siendo los bancos en este caso simples comercializadores de los productos de estas compañías, aunque eso sí, muy bien remunerados.


PRODUCTOS DE ACTIVO Y PRESTAMOS PERSONALES

Entramos en el análisis de los productos de activo, por tanto, cambian las tornas, ya que ahora será el banco o la entidad financiera, la que preste el dinero a sus clientes.
El préstamo personal es el más común y sencillo de los instrumentos de activo. El banco presta dinero a un cliente, el cual se compromete a ir devolviendo en periodos sucesivos (normalmente meses naturales, aunque también pueden ser trimestres, etc.), el principal prestado y los intereses correspondientes.
Aunque se denomina préstamo personal, puede ser concedido a personas físicas (particulares) o jurídicas (sociedades, asociaciones, fundaciones, entidades públicas, etc.). El nombre de préstamo personal, viene más bien dado, por el tipo de garantía que el banco recibe para la recuperación del dinero, ya que ésta es una garantía meramente personal, sin que el banco reciba ningún bien en prenda (garantía hipotecaria), para asegurarse el cumplimiento del cliente.
Normalmente, los bancos exigen la formalización de los préstamos en documento o póliza intervenida por fedatario público (notario), para de este modo poderse acoger a la vía ejecutiva en caso de impago por el cliente.
Además del pago de los intereses, habitualmente los bancos cobran una serie de comisiones en los préstamos que conceden, éstas suelen ser:

- Comisión de apertura: con ella se repercuten al cliente los gastos administrativos derivados de la formalización del préstamo.
- Comisión de estudio: por el estudio de la viabilidad de la operación.
- Comisión de amortización anticipada: se cobra en caso de que el cliente quiera adelantar la devolución del capital.
- Comisión de cancelación anticipada: si el cliente cancela el préstamo antes de lo pactado.
El tipo de interés que el cliente le paga al banco puede ser fijo durante toda la vida del préstamo o variable, es decir referenciado a un índice como el Euríbor, Míbor, Ceca, etc., de modo que el tipo de interés pagado por el cliente, se revisa cada cierto tiempo (normalmente cada año) y varía en el mismo sentido que lo haga el tipo de referencia. Así un préstamo a tipo fijo, sería por ejemplo uno a un interés nominal del 7% anual, mientras que un ejemplo de préstamo a interés variable, sería uno al Euríbor a un año más un 1%.
Así pues el cliente le ha de pagar mensualmente al banco una cuota que se compone de devolución de capital (amortización) e intereses. Para que la cuota que el cliente paga, sea igual todos los meses, se utiliza para su cálculo el método francés que consiste en que a lo largo de la vida del préstamo la parte de la cuota correspondiente a amortización es creciente y la correspondiente a intereses es decreciente, de modo que la suma de ambas permanece constante. De este modo al comenzar a devolver un préstamo, el cliente está amortizando poco capital y pagando una gran parte de intereses, situación que se invierte a medida que el préstamo llega a su fin.
En algunos casos el banco, puede exigir al titular o titulares del préstamo, garantías adicionales, como pueden ser la incorporación de avalistas a la operación o el pignorar algún bien del titular.
El avalista es una persona que responde subsidiariamente del titular para el pago de la deuda, de modo que si el titular no paga las cuotas del préstamo, deberá hacerlo el avalista y si este tampoco puede, el banco irá contra los bienes del titular y si este no tiene, contra los bienes del avalista.
La garantía pignoraticia consiste en establecer como prenda, un bien mueble (generalmente algún activo financiero), propiedad del titular del préstamo, de modo que si este no paga su deuda, la propiedad de la prenda pasaría al banco.
En la práctica, los préstamos personales son utilizados por las familias para financiar la compra de bienes de consumo (muebles, automóviles, etc.) y por las empresas fundamentalmente para la financiación de circulante o maquinaria.

CURSO DE PRODUCTOS FINANCIEROS: PARTE 4

PRESTAMOS HIPOTECARIOS

Los préstamos hipotecarios tienen un funcionamiento similar a los personales, lo que los diferencia de éstos son las garantías.
En un préstamo hipotecario, el titular de la operación además de responder de un modo personal de la devolución, aporta en concepto de prenda un bien inmueble que queda afecto al buen fin del préstamo, de modo que si el titular no paga el préstamo, la propiedad del bien hipotecado pasa al banco. Se trata pues, de una garantía hipotecaria.
En este tipo de operaciones, por tanto, el banco exige la constitución de la hipoteca sobre el bien afecto, en escritura pública ante notario y su posterior inscripción en el registro de la propiedad. La hipoteca ante notario, posibilita que el banco pueda acudir a la vía ejecutiva para reclamar la propiedad del bien hipotecado en caso de incumplimiento del deudor.
Lo habitual es que el bien hipotecado sea el que el cliente desea adquirir con el importe del préstamo, en este caso, al mismo tiempo que se hace la compra-venta en el notario, se constituye la hipoteca.
También existe la posibilidad de que el cliente hipoteque un inmueble del que ya es propietario, para de este modo obtener un préstamo que de otro modo no le sería concedido y cuyo importe puede destinar a cualquier fin.
Los préstamos hipotecarios, son el instrumento adecuado para la financiación de viviendas u otros bienes de alto valor, ya que al tener el banco una garantía real, puede conceder importes mayores, a un mayor plazo y a un menor tipo de interés que en los préstamos personales.
Como indicábamos al principio, el funcionamiento en sí de un préstamo hipotecario es, aparte de las garantías, igual al de un préstamo personal. Por tanto los préstamos hipotecarios, también pueden ser a tipo fijo o variable, les son aplicables las mismas comisiones que a un préstamo personal y el método para el cálculo de las cuotas también es el mismo.
Los más comunes son los préstamos hipotecarios variables, ya que su tipo de interés suele ser más interesante que en los fijos, puesto que al tratarse de operaciones normalmente a plazos largos (pueden llegar a 35 años), existe un alto riesgo de cambios en los tipos de mercado a lo largo de la vida del préstamo, riesgo ante el que el banco estará cubierto si el préstamo es variable y el tipo se revisa cada año. Así el banco aplicará un interés más bajo a los préstamos hipotecarios variables que a los fijos puesto que a estos últimos les aplicará una sobreprima en el interés para compensar su mayor riesgo.
El titular de un préstamo hipotecario puede ser una persona física (particular) o jurídica (sociedades, organismos, etc.).
Como decíamos antes son el instrumento ideal para que las familias financien la compra de vivienda. Las empresas los suelen utilizar para financiar la construcción de naves o compra de terrenos.


LAS CUENTAS DE CRÉDITO

Consisten en una cuenta de funcionamiento similar al de una cuenta corriente, con la diferencia de que en la cuenta de crédito, el cliente dispone de crédito, de modo que puede retirar dinero de la cuenta aunque no disponga de fondos hasta el límite del importe del crédito.
Así una cuenta de crédito puede tener saldo a favor del cliente o a favor del banco, a diferencia de la cuenta corriente en la que el saldo siempre es a favor del cliente.
Las cuentas de crédito son utilizadas fundamentalmente por empresas o profesionales que tienen necesidades puntuales de tesorería motivadas por la diferencia temporal entre cobros y pagos. El ejemplo típico de alguien que necesita una cuenta de crédito, es un profesional que tiene concentrados sus pagos habituales a principio de mes, pero que no cobra de sus clientes hasta final de mes. Este profesional, con una cuenta de crédito solventaría el problema, ya que podría retirar dinero de la cuenta durante todo el mes (dejándola con saldo negativo), e ingresar fondos a final de mes (reduciendo ese saldo negativo o poniéndola incluso con saldo positivo a su favor).
El banco a cambio de la concesión de una cuenta de crédito, le cobra al cliente un determinado interés (que también puede ser fijo o variable), además de comisiones de apertura y estudio y una comisión de no disponibilidad, que consiste en que el banco le cobra al cliente un determinado porcentaje (por ejemplo el 2%) sobre el importe del crédito que no ha sido dispuesto (utilizado).
El cálculo de los intereses se hace aplicando el tipo pactado sobre el importe dispuesto del crédito.
Los bancos conceden a sus clientes cuentas de crédito por un importe determinado (límite del crédito) y con una duración determinada, generalmente uno o dos años, una vez pasados los cuales la cuenta se cancela, para lo cual ha de tener saldo cero o positivo, es decir que el cliente tiene que haber devuelto todo el crédito del que haya dispuesto. También existe la posibilidad de renovar la cuenta a su vencimiento.
Las cuentas de crédito normalmente liquidan intereses trimestralmente, en ese momento se calcula el interés que se aplica sobre el importe dispuesto, la comisión de no disponibilidad sobre el importe no dispuesto, y en caso de que en algún momento la cuenta haya tenido saldo a favor del cliente, también le es remunerado ese saldo. Así pues se calculan esos tres importes y la suma le es repercutida al cliente.
Los bancos normalmente exigen la formalización de las cuentas de crédito en póliza intervenida ante notario. Pueden ser titulares de las mismas, personas físicas o jurídicas y para su concesión el banco puede exigir las mismas garantías que para un préstamo, es decir, avalistas, hipotecaria, etc.

LINEAS DE DESCUENTO

Son un instrumento financiero que permite que el banco adelante los derechos de cobro de sus clientes. Son útiles por tanto, para empresas y particulares que cobran a sus clientes de forma aplazada. El cobrar las ventas o servicio de un modo aplazado es común en el tráfico comercial y darle esta posibilidad a los clientes, es para muchas empresas un poderoso argumento de venta. Por ejemplo es muy común el cobro a 30, 60 y 90 días, para lo cual el proveedor le gira letras aceptadas o no, o incluso simples recibos a su cliente, que éste ha de ir pagando en esos plazos.
Pues bien, una empresa que aplaza los cobros a sus clientes por motivos comerciales, puede sin embargo, estar interesada en hacer efectivos esos derechos de cobro (letras o recibos), sin tener que esperar al vencimiento de los mismos. Para ello puede contratar con su banco una línea de descuento, mediante la cual el banco le anticipa el importe de las letras y recibos que gira, a cambio de las correspondientes comisiones e intereses y le cede además al banco el cobro de esos derechos (endoso). De este modo es el banco el que cobra el efecto a su vencimiento.
El banco a cambio de este servicio le cobra a su cliente el interés que se haya pactado, aplicándolo al nominal del efecto y durante el tiempo que reste hasta su vencimiento. El importe de estos intereses es descontado del importe del efecto que se le adelanta al cliente. Además también se suele aplicar una comisión fija por efecto.
También se suelen aplicar en el momento de contratación de la línea, comisiones de apertura y estudio.
Los bancos exigen la formalización de la línea de descuento en póliza ante notario. En la misma se establece el importe máximo que el banco descontará, el tipo de interés (fijo o variable), las comisiones, así como la cláusula "salvo buen fin", que permite que si el efecto resulta impagado, el banco reclame el dinero a su cliente y le devuelva la titularidad del derecho de cobro.
Así pues, las líneas de descuento permiten el anticipo de múltiples efectos hasta llegar al límite contratado con el banco, si bien éste se reserva el derecho de aceptar o no el descuento de cada efecto individualmente.
El que la operación del descuento se realice "salvo buen fin", hace que si llegado el vencimiento del efecto, éste fuera impagado, el cliente tendría que devolver al banco el importe adelantado además de una comisión por el impago, eso sí, volvería a tener la titularidad del derecho de cobro.

AVALES

A veces se le exige a una empresa o a un particular la presentación de un aval bancario para responder del cumplimiento de un contrato o una obligación o simplemente para aplazar un pago, de modo que si el avalado no cumple lo pactado, el banco que lo avala ha de desembolsar el importe del aval.
Como es natural, el banco cobra al cliente que lo precisa, la correspondiente comisión de aval (similar a la comisión de apertura), además de los intereses que se hayan pactado.
La representación material del aval bancario es una carta de aval en la que se indica que el banco avala a su cliente ante alguien, para un determinado fin y por un determinado importe, además de la duración del aval.
Así pues, esa carta es la que ha de entregar el avalado a quien le exige el aval. En caso de que el aval sea de duración indefinida, éste permanece en vigor hasta que la carta le es devuelta al banco, el cual por tanto le sigue cobrando intereses a su cliente hasta ese momento.
En el caso de que se tuviera que hacer efectivo el aval por incumplimiento del avalado, entonces el banco habría de satisfacer el importe avalado a la persona o entidad ante la que se avalaba al cliente. Tras pagar la cantidad avalada, el banco reclamará la misma a su cliente (el avalado), que deberá reembolsársela.
Todo este proceso, así como las condiciones específicas de cada operación de aval, han de venir reflejadas en la póliza ante notario que los bancos exigen para la formalización del aval.


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